Agosto 6 – 1959
Elba:
Por fin hoy ha sido un hermoso día. El sol brilló como en plena primavera. Estábamos cansados ya de tanto ambiente gris. Yo me levanté tarde – muy cerca del medio día – y salí a hacer unas compras. Ahora, por la tarde, me senté cerca de mi padre y me puse a leer “Camino de libertad”. Como todo lo de Fast, este es un libro entusiasmante, y además enseña a conocer mejor una etapa de la historia norteamericana de la que uno tiene referencia solo a través de los folletines cinematográficos.
El libro trata de la guerra de secesión y su consecuencia ulteriores, como ser la creación de los “Klanes” racistas. Pero quizá tú ya lo hayas leído…
Después me cansé de leer y aquí estoy ahora, con el libro sobre las rodillas, mientras cae la tarde, retribuyendo tus siempre importantes carillas. De ahí que la letra salga un poco tambaleante. (Las rodillas deberían tener forma de escritorio.)
Mañana, si puedo y después de mucho, pienso ir al centro. Me voy a hacer una escapadita a las editoriales. La verdad es que temo moverme de casa. Mi padre no se ha recuperado mayormente y tiene profundos altibajos. A veces es necesario que haya álguien a su lado y que ese álguien actúe con la celeridad que en casa solo yo puedo ofrecerle. Mi madre se emociona mucho y no sabe aplicar inyecciones (ni quiere aprender).
Nunca deseé tanto como ahora poder vivir de la literatura o de algo que me permita estar aquí, sin moverme del lado de mi padre. Pero el lunes deberé retornar a la Caja. Tal vez pida las vacaciones ordinarias (20 días hábiles), aunque hubiera preferido reservarlas para cuando la extrema necesidad lo requiriera. Antes me gustaría agotar el art. 30 del reglamento interno, que permite faltar por enfermedad de familiares directos.
Para fin de semana espero la visita del señor Dhers, aun cuando todavía no sé – lo sabré en el momento mismo – si podré dispensable la atención que tanto me gustaría.
Voy a continuar la carta. Ahora es la 1.30 de la mañana. Te escribo con el papel apoyado en la almohada. Hoy debí dejar de escribir porque llegaron algunas visitas a las que desgraciadamente debo afrontar para que no molesten a mi padre. Soy como un muro de contención.
Lo cierto es que la atención que le dispenso a mi padre ha contribuido a capitalizar el concepto que la familia tenía de mí. Salvo algunas excepciones, para ellos yo era antes un perfecto salvaje, lleno de ínfulas y bastante orgulloso, incapaz de una amabilidad o de visitarlos de tanto en tanto. Ahora ya no. Han descubierto que también tengo mi “corazoncito”; que no soy un cubito de hielo o una piel de Judas, como pretendían.
Las excepciones que mencioné la constituyen la gente jóven, mis primos y algunos tíos que, por escuela o verdadero sentido de la familiaridad, escapan de esos núcleos de parentela que hace un culto del despellejamiento. Dije escuela y quise decir concepto ético-moral de lo que es, en realidad, la familia. Naturalmente, las tías que se reunen a tomar mate y a escuchar a Oscar Casco, carecen de este tipo de escuela.
Algunas visitas nos traen dulces, fruta o café… Pero la ley de las compensaciones es sabia; otras nos traen gastos.
Por fortuna, económicamente nos defendemos un poco mejor. Si no cae mi padre en grandes desequilibrios, no tenemos grandes problemas. Yo estoy ganando unos cuántos pesos con los cuentos y las cinenovelas. (En la editorial Ramírez tengo para cobrar alrededor de $9.000,-.) En la Caja me aumentaron $800,-, con lo cual estoy cerca de los $5.000,-, aun cuando me hacen algunos descuentos.
En suma, que mientras no nos ocurran cosas graves, podemos vivir. Los medicamentos son inhumanamente caros (Terramicina, cada ampolla $47.25, y debemos aplicar tres por día… además de otras.), pero yo obtengo el 30% de descuento en la farmacia de los Servicios Sociales para Bancarios.
Ahora releo ésto – con mucho esfuerzo – y la verdad es que dejando correr la pluma he hablado de un montón de cosas, la mar de intrascendentes, que acaso a tí te causen un sopor parecido al sueño. Cambiemos de tema.

Rincón Literario:

Llevé “La noche tiembla” a “Claudia.” A los dos días Dina Holberg me llama por teléfono. Conversación telefónica:

  • Leí su cuento. Es “espantosamente” bueno. ¿Pero creía usted que “Claudia” lo podría aceptar? ¿Usted quiere que las chicas se golpeen la cabeza contra la pared? (?)
  • Esa revista “Claudia” es una lacra, y como todas las lacras periodísticas, sirven para envenenar al pueblo.
  • Si quiere se lo publico en “Fichero” (revista ultra-intelectual).
  • No! Ya verán como lo publico en cualquier otra revista.
  • No va a poder…
  • No, eh? Ya van a ver… Mañana paso a retirarlo.

Al rato vuelve a sonar el teléfono (que no es mío). Sabes quien era? El director de “Claudia.” Estuvimos “intelectualizando.” En suma: no se publica. Teme que sus lectoras sufran un colapso. Para este tipo yo soy Robertito Arlt.

Sigue el Rincon Literario –

  • Contestando a las preguntas.

En “Rosicler” todas las semanas sale una cinenovela mía. El martes 4 apareció “Tiempo de cenizas” en “Damas y damitas.”
Los relatos de Margarita Aguirre aparecieron en “Ficción”, una muy buena revista literaria. “El huesped” no es su único libro.
Y para terminar con este tema, dos palabras sobre Ana María Ponce. Hoy he recibido correspondencia suya y me ha enviado un cuento, “El límite”, que presentaré en un concurso para escritores santafesinos. El cuento es muy bueno. Trata la situación desvalida de una chica de 14 años, enferma de tisis, que vive miserablemente, frente a la desesperanza y a la incomprensión de la gente. Uno de los personajes es una visitadora social.
Esta chica Ponce escribe de manera muy objetiva, pero es certera con los enfoques. Lastima – ya se lo dije a ella – que vaya a misa tan seguido.
Pronto volverán a publicarse en “Vea y lea.”
Este pariente nuestro que dirigía Marcos Paz, acaba de morir. Y mira las coincidencias: murió en su despacho, hablando por teléfono. Causas? Infarto.
No sé bien qué clase de director eras pero era un comisario jubilado.
Conozco el tema de “El ansia perversa.” Es la versión cinematográfica de “Un sombrero lleno de lluvia,” una gran obra teatral. Si mal no recuerdo actúa Don Murray, a quien ví en “Despedida de soltero” haciendo un papel estupendo.
Me enteré que han prohibido la película “Los amantes”, que se estaba exhibiendo en la Semana del Cine Francés, en el  Opera. La película había merecido los juicios más contradictorios. En Suiza se daba sin restricciones; en Estados Unidos, la escena final – de 22 minutos en el original – quedó reducida a un minuto. Aquí la Municipalidad le metió el rótulo de inmoral. Y quizá ser, nomás. He visto algunas fotos y… bueno, no sé si eso sería arte…
Estimada Elba, este asunto de los valores  de cada uno ya es tema que hemos tratado alguna vez… Concuerdo contigo en que la distancia distorsiona la realidad y acaso tú y yo seamos personas malísimas y nosotros no lo sepamos.
Te prometo que apenas supere esta terrible situación que padecemos en casa te iré a visitar para poder “medirte” más de cerca. Tengo unas ganas tremendas de trepar la sierra y quedarme allí una semana cara al cielo, como Whitman.
Afectuosamente
Norberto.