Mayo 6- 1959.
Elba: 
Permíteme que ésta carta vaya a máquina. La verdad es que con motivo de la huelga bancaria me paso muchas horas del día frente a ella. Aprovecho a escribir. Y ahora tengo a mi lado tu carta y pienso que es una buena oportunidad para contestarte. 
Te escribo desde la piesita del primer piso. Es el lugar de mi casa que más estimo. Es un sitio en donde me siento muy acompañado y donde realmente noto el calor de hogar. Quizá sea porque está siempre desarreglado. Es una habitación relativamente chica. En ella tenemos el escritorio, un ropero, la máquina de coser y la biblioteca. Sobre el escritorio, esta máquina que, como supondrás por los tipes, es de la época de los dinosaurios. La compró mi papá -de segunda mano- hace más de 35 años. Y escribe todavía. Y me ha hechon ganar unos cuantos pesos. Le estoy muy agradecido. 
En el ropero guardo mi ropa. “Guardo”… Mi mamá no diría lo mismo. Generalmente los sacos y los pantalones están desparramados por las sillas. Y a veces los libros están, nomás, en la biblioteca. 
Aquí arriba tengo el archivo general de mis “obras”. Un papelerío enorme, que he intentado clasificar y ordenar alguna vez, pero que como representa tarea de titanes, acabo dejando para mañana”.
Aquí tengo “Viento del Sahara”. Tu dedicatoria está fechada el 25 de abril de 1958. En ese entonces mi papá estaba internado en el Hospital Español. En gran parte lo leí en noches de vigilia, que raramente olvido alguna vez. Era una época miuy dolorosa. La vida de hospital es fría, obsesionante; descorazona al más templado. Mi madre y yo estuvimos tres meses viviendo esa angustia, cenando a las 5 y media de la tarde, recibiendo visitas de 3 a 4 y acostándonos (en sillas, claro) a las 9 de la noche. No había más alternativas que las del terrible mal que todavía aqueja a mi padre. 
Son casi las 12 de la noche. Acabo de escribir algunas partes de mi ultimo cuento y varios comunicados gremiales que mañana serán mimeografiados.
De la huelga no hay mayores novedades. El gremio demuestra una solidez que yo estaba lejos de sospechar. Realmente constituye un ejemplo de disciplina y solidaridadd, y reconozco ser el primer extrañado. No hay miras de que los huelguistas cedan, pero en cambio hay posibilidades de que la gente que todavía “está adentro” se decida a salir, incluso los Grandes Funcionarios. 
No te extrañe lo que te decía ese empleado mercantil respecto a las posturas intersindicales. Lo cierto es que el idealismo estpa sujeto a riendas que lo ocasionan y dirigen, a intereses creados que los gremios toleran en virtud de la suciedad en que se desenvuelven (quiere decir que vivimos un gremialismo político, algo indisoluble contra lo que por ahora no se puede pelear).
Los demás gremios saben perfectamente que la huelga bancaria dará la medida exacta de la resistencia y solvencia del gobierno, y que si los bancarios pierden esta huelga, difícilmente otros sindicatos resuelvan intentar medidas de fuerza en el futuro. Y bien? Qué mejor momento para demostrar unánimemente el repudio a las medidas de carácter económico que propicia el oficialismo? Por qué no sale Luz y Fuerza a la calle? Y por qué no salen los textiles y los empleados públicos? Simplemente porque en nuestro país hablar de idealismo gremial es como hablar de democracia. Ocurre que subterráneamente se meuven nuevos hilos, que los dirigentes son seres humanos, quje los delegados esperan ordenes de la Casa Rosada o de Ciudad Trujillo o de la URSS. Ese amigo tuyo hace mal ne pensar que los bancarios somos unos egoístas. Es como pensar que los soldados alemanes eran malos y feos, simplemente porque obedecían a Hitler, que era malo y feo. 
Me propongo contestar brevemente tu cuestionario sobre el test “Viva la inteligencia!” Ante todo una explicación: si te digo que no creo en el amor nacido exclusivamente de un impulso emocional -en el amor producto de las sensaciones-, no quiero decir con eso que niegue su existencia. Simplemente no creo en nada que no sea fruto de una pasión -”del ardor”-, aun cuando por mi condición de ser imperfecto, me considero apto para incurrir en toda suerte de exteriorizaciones del tipo instintivo… Mi propensión a la intelectualidad (que palabra oligarca!) me inclina a intentar una superación que tienda al control de esa “irracionalidad” psíquica.
Un ejemplo: nunca pediría yo a una mujer a quien amo, que me ame, ni a una mujer a quien deseo, que me desee (en el supuesto caso que amor no involucre deseo).
Me preguntas: crees en el amor? Respondo: Creo en el amor como yo entiendo al amor. Qué pasa si un tipo intelectual se enamora? Respondo: pasa de todo. Actúa su inteligencia? Respondo: si un tipo intelectual se enamora, lógicamente actúa su inteligencia. En qué forma? Respondo: Me imagino que con toda naturalidad. O comete bajezas y estupideces? Respondo: Bueno… el intelectual-ideal no existe; depende de lo que consideres “estupideces y bajezas”. Qué parte de mi psiquis predomina? Respondo: Es un intelectual! Si es la inferior, tiene que presentarse constantemente a la superior y explicarle los motivos de su insubordinación? Respondo: No es la inferior… Es un intelectual!! Es un individuo que ha dejado de andar con las prostitutas, que ahora las respeta e incluso puede llegar a estimarlas. O actúan ambas psíquis y por lo tanto no existen explicaciones? Respondo: Me quedo con ambas psíquis, es imposbile librarse de una parte de la naturaleza humana. 
Y proporcióname un respiro. (Ojalá se entienda algo- no pieso releerlo, por las dudas.)
CINE: El otro día vi una película extraordinaria, como pocas, realmente entusiasmante. Es polaca y se merece los más grandes elogios. Es Cine, con mayúsculas, una verdadera lección de cine al servicio del arte y con un mensaje víril, profundo y a la vez simple. Se llama “Atentado”. No te la pierdas por nada del mundo. Es mejor que “El verdadero fin de la guerra” y tan buena como “La patrulla infernal” (título que le pusieron acá a “El umbral de la gloria”, francesa con Kirk Douglas).
Vi además “La parisién”, con Brigitte Bardot y Charles Boyer. Una película tan interesante como el chocolatinero. La Brigitte -ese fenómeno social- sale en pijama, en camisón y en toalla. Un cínico diría que tiene lindos ojos. 
Estoy pasando a máquina un cuento para “Vea y lea”: “Tango hermano”, que me parece que es bastante bueno (en la medida en lo que yo soy capaz de hacer). En “Idilio” aparecerá “Otoño infinito” (ya me lo pagaron). Me gustaría que leyeras “Estampa” “Un peldaño más abajo” -creo que ya te hablé de él- porque es un cuento casi impublicable, según la clasificación que estableció tu hermana. 
A requerimiento del jefe de redacción de “Vea y lea” (él me envió su dirección) le escribí a Ana María Ponce la autora de “El condenado”. Según informaciones, es el primer trabajo que publica en revistas y me pidió que yo le remitiera mi opinión. 
En la reunión literario-comercial de la editorial April solo dije lo que pensaba sobre los prejuicios que tenían sus revistas para enfocar ciertos temas. Tiempo perdido, excepto cuando me pagaron. (“Otoño infinito”).
Del resfrío y las tos ya no quedan vestigios. Apenas si tengo algo de carraspera. Supongo que es de tanto hablar (reuniones con el personal de mi oficina).
Es notable las visisitudes que ocasiona una carta. En beneficio de la sinceridad que nos merecemos, lo mejor sería explayarnos naturalmente, sin romper papeles. Yo, te confieso, hace mucho que no tengo problemas de esa índole. Para serte exacto, desde que nos encontramos en Mar del Plata, una tarde en el Jockey Club -donde me confesaste que mis cartas eran un tanto difíciles y que por lo tanto, esperabas encontrarte con un tipo dificil-, decidí en lo posible forzar “el estilo”, conversar llanamente, a efectos de no confundirte y crear una personalidad que no sea la verdadera. Creo haberlo logrado en función de nuestra literatura epistolar, aun cuando quizá siga pareciéndome difícil en ciertos aspectos de nuestra charla, de lo que expresamos en ella. Es que hay temas que no debiéramos tocar sino personalmente. Pero ésto entraña la posibilidad de postergarlos por mucho tiempo…
Agradezco lo que dices sobre el concepto que tengo sobre la amistad. Es el mismo que tú tienes, el mismo que me demuestras tener a cada momento, apenas una dificultad obstruye el camino de nuestra relación. No dudo de tu sinceridad, al contrario, temo por ella. Por ello no puedo dejar de admirarte. 
Cariñosamente. 
Norberto.