Marzo 22 de 1957
Estimada Elba:
Trato de imaginar la sorpresa que ha de producirle recibir esta carta. No porque no reciba una carta, sino por tratarse de una carta mía. 
Tómese diez minutos para reponerse del “shock” y siga leyendo. 
Ocurre que en el “Vea y lea” aparecido ayer (21-3-57) me publican un cuento, no el que yo pensaba sino otro; y no fué más que verlo y decirme: “yo tengo una deuda con una maestrita rural.” Y he aquí que estoy escribiéndole, aún a riesgo de que ustedes (usted y su amiga) ni se acuerden ya de nosotros (yo y mi amigo), pero sin detenerme mucho a meditar este último punto. 
Quizá se extrañe de que un tipo como yo cumple su palabra. La verdad es que yo también me extraño. Solo que prometí mandar un ejemplar del “Vea y lea”, pero aquí los muchachos me dicen que en el 90 por ciento de los casos los carteros se quedan con las revistas. Me han puesto en duda, por lo tanto remito tan solo estas líneas que espero lleguen a buen destino. 
Y no solo eso. Quiero que sean portadoras de mi afectuoso recuerdo. 
Evidentemente nuestra amistad, efímera, apenas esbozada, encausó por un camino difícil- Nos hemos pasado el tiempo saludándonos por teléfono y ahora epistolarmente. La distancia enhebra un rosario de puntos suspensivos que nos separan silenciosamente y sin dolor. Usted en su Tandil, soleado y tranquilo, y yo en este Buenos Aires enfermo que ahora, por ejemplo, padece la epidemia del “rock”.
En fin, que lo lamento muchísimo. Al menos podríamos sumar ideas respecto de Frondizi o respecto de Dios. 
Pero por si llega algún día a hacerse un viajecito a ésta, o por si en el remoto caso de que lo haya pensado, quiera escribirme, aquí va mi dirección: Pergamino 781- Dpto C- Capital Federal. 
Salude a su simpática amiga y reciban también los saludos de mi amigo Néstor. Será hasta siempre.
Norberto A. Firpo.