Elba: quedo a la espera de buenas noticias respecto de tu brazo. Evidentemente, si hay nervios afectados es porque recibiste flor de mordedura. Y ante una herida así de seria no parece raro que tu restablecimiento te obligue a soportar estudios «horribles», seguramente dolorosos. No te queda otra, más que hacer frente a la situación y desear que los médicos se «apiolen» para que el trance no se prolongue demasiado. Hace unos días, sobre este tema hablamos un rato con tu hermana, café por medio, en una confitería de Callao y Corrientes.
Mi problema pulmonar se solucionó por vía de un temible antibiótico, aun cuando estos fríos intensos, impropios del otoño porteño, me tengan algo resfriado, algo «mocoso». El neumonólogo del Hospital Alemán, un chico de 30 años a quien nunca había visto antes, me recomendó que me vacunara contra la neumonía. Por supuesto, yo ignoraba que tal vacuna existiera. Y quizá no exista, ya que tras mucho corretear por las calles comprobé que no hay provisión de ella en ninguna farmacia de Buenos Aires. De todos modos, me siento realizado: días antes me había inyectado la vacuna antigripal.
Ayer se destapó el caso del monasterio cercano a Luján, un ámbito de clausura y de escondite de dólares que el gobierno de Cristina ha sabido rapiñar. Como sabrás, el viceministro de De Vido, José López, fue sorprendido en momentos en que -a eso de las 3 de la mañana- ofrendaba unas cuantas bolsas de dinero a las dos monjitas allí residentes. Se trata de un escándalo pavoroso, cuyas consecuencias abarcarán los próximos días y quizá despabilen a nuestra adormecida justicia.
Sí, «Nuestras mujeres» es una buena comedia, con un argumento que renueva expectativas, aun cuando la puesta en escena desnuda concesiones a la estética televisiva, con recursos que gustan al público de la calle Corrientes. Francella se luce un poco más que Piug y Marrale.
Aquí y en el conurbano, el tema del aumento de las tarifas de los servicios públicos provoca a diario fuertes manifestaciones de enojo, a tal punto estentóreas que el gobierno debe recular, debe atenuar sus decisiones, debe rendirse a la evidencia de que ciertas medidas son desacertadas. Creo que el gobierno, y sobre todo los «ceos» del equipo económico, no dan pie con bola, cosa que ocurre porque entienden poco de política.
En fin… y mi novela ahí está, con unos cuantos personajes que me preguntan si se me agotó el ingenio.
Hasta la próxima. Hago fuerzas por la curación de tu brazo. Norberto.