Mi estimado Abeille:


No me parece necesaria la conferencia que usted me indica para demostrar una verdad que usted ha afirmado y que se realizará en el tiempo, tan fatal y sencillamente como la aurora de mañana. Habrá un idioma argentino, y pretender lo contrario es pedir que un pueblo que se transforma en una raza, en sus instituciones, en sus ideas, sus usos, y sus costumbres solo no se transforme en su idioma; importa desconocer el origen y la formación de todos los idiomas existentes; es pretender que Cervantes hablara el mismo idioma que sus compatriotas los dos Sénecas, Luciano o Quintiliano, o que Cané hable o escriba como Cervantes. Llegará fatalmente el día en que el español sea una lengua clásica como el latín, después de haber servido de tronco como éste a diez idiomas nuevos, entre los cuales se distinguirá el argentino, que seguramente será muy distinto del mejicano. 
Indudableniente, ese idioma argentino es hoy apenas un balbuceo, un cocoliche, un embrión que los puristas se entretienen en examinar con microscopio, encontrándolo deforme y hasta repelente. Dejémoslos tranquilos en su inofensiva manía, que nada hay inútil en la tierra, y limitémonos a cantar en coro y como única respuesta el aire de la «Perichole» u grandira car ti est espagnol!! 
Suyo afectísimo.


C. Pellegrini

Octubre 27 de 1902.


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