En Hettenshausen, a 25 de abril de 1995

Querida tía Elvira,
seguro que te extraña mucho que te escriba esta carta ya que toda la correspondencia siempre se llevó a cabo a través de mi madre.
Por favor, créeme que no me resulta fácil escribirla, y si fuera por mi madre, no se escribiría nunca. Sin embargo, y también por ella, la escribo.

Delante de mí hay un montón de papeles escritos a mano e imprimidos, antiguos documentos, formularios, solicitudes, respuestas denegatorias, cartas de protesta y correspondencia privada. Todos ellos documentos que me dio mi madre hace algún tiempo. Es lo que ha quedado de los esfuerzos de mi madre durante años de recibir pagos de indemnización por la casa y el terreno en la antigua patria para Herbert, por la seguridad social (jubilación) para Herbert, por ahorros para Herbert. Y dentro de sus posibilidades sí que ha tenido éxito en favor de su hermano.

A la hora de contemplar todos estos restos, me pregunto con extraño qué es lo que todas estas querellas con autoridades y jurídicos, todo este papel emborronado, le aportaron a mi madre?
Y he aquí también cartas de Herbert en las que dice que nosotros, mi madre y yo, no nos quedaríamos sin nada. Existe una antigua carta en la que me instituye a mí, una vez adulto, como heredero suyo. Te adjunto unas copias.

Estoy seguro de que mi madre empleó todas estas horas desinteresadamente para ayudarle a su hermano a conseguir lo que le corresponde. Al mismo tiempo me imagino que también estas claras afirmaciones de parte de su hermano fueron lo que le dieron la fuerza para seguir y aguantar la lucha con las autoridades.

Querida tía Elvira, hace ya algunos años que Herbert ya no está con nosotros. Todo este tiempo me he preguntado una y otra vez si él, en sus últimos meses, se acordó de todas estas cosas y de sus promesas, si nos ha nombrado en ese sentido.
No consigo creer que no lo hubiera hecho y su hermana seguro que tampoco lo cree. Eso no correspondería a la imagen que nosotros tenemos de él.
Y así me encuentro ahora sentado delante de todos estos restos de la lucha del papel y me pregunto, y te pregunto concretamente a ti, ¿existe de Herbert un testamento en el cual nos haya nombrado – tal y como siempre lo dijo y de acuerdo a sus posibilidades?
Le sigo oyendo diciéndole a mi madre: «Fritz, no te preocupes, todo está en orden, puedes confiar en Elvira»

Querida tía, no sé qué emociones causará en ti esta carta que escribo con dudas. Pero independientemente de sí positivas o negativas, créeme que para mí es muy importante saber si mi tío era aquel cuyo imagen tengo siempre delante de mis ojos.
Todos estos años hemos estado esperando algunas palabras acerca de ese tema. Ahora te ruego contestes mi pregunta como si nos estuviéramos mirando a los ojos.
Eso ya no será posible en esta vida y así me despido de ti con todos mis mejores deseos para tu salud y bienestar.

Tu sobrino Whilfried