25 College Street, Westminster

Mi querida niña:

En este momento me he impuesto copiar cierto número de versos. No puedo avanzar con ninguna satisfacción. Debo escribirte una línea o dos para ver si eso me ayuda a apartarte de mi cabeza aunque sea por tan breve tiempo. Por mi alma que no puedo pensar en nada más. Ha pasado el tiempo en el que tenía la capacidad de aconsejarte y advertirte en contra de la poco prometedora mañana de mi vida. El amor me ha hecho egoísta. No puedo existir sin ti; olvido todo lo que no sea pensar en verte otra vez; mi vida parece acabarse ahí; no veo más allá. Me has absorbido. En el momento actual tengo la sensación de estar disolviéndome; sin la esperanza de verte pronto, mi tristeza sería exquisita. El hallarme lejos de ti debería asustarme. Mi dulce Fanny, ¿tu corazón no cambiará nunca? ¿Cambiará, amor mío? Ahora no hay límite para mi amor. Tu nota me acaba de llegar. Aun lejos de ti, no puedo estar más feliz. Es más rica que una cornucopia de perlas. No me amenaces, ni siquiera en broma. Me ha impresionado que un hombre pueda morir como mártir por la religión; me ha dado escalofríos. El Amor es mi religión; podría morir por eso; podría morir por ti. Mi Credo es Amor y tú eres su único principio. Me has embelesado con un poder al que no puedo resistirme, pese a que podía resistirme a él hasta que te vi; desde que te vi he procurado con frecuencia «razonar contra las razones de mi amor». Ya no puedo hacerlo más; el dolor sería excesivo; mi amor es egoísta. Sin ti no puedo respirar.

Tuyo para siempre,

John Keats