Le temps détruit. Lettres d’une Guerre 1939-40. 
(El tiempo destruido)

Roger Beuchot
Francia, INA et Ministère de la Culture, 1985  

Por Victoria Orella

Le temps détruit es un film documental cuya perspectiva sobre la guerra marca una significativa diferencia respecto a la mayoría de los films de este género. Fuera de la lógica de la exposición lineal y racional de los acontecimientos, el film de Pierre Beuchot opta por la historia con minúsculas para ofrecernos otra visión de la guerra, mostrando el carácter absurdo de ésta y lo vano de cualquier intento de explicación racional.

En una cuidada mezcla de imágenes y banda de sonido -incluida la música de Maurice Jaubert-, con una fuerte presencia de la escritura, Le temps détruit narra la vida de tres soldados a través de las cartas que éstos le escribieron a sus respectivas mujeres entre septiembre de 1939 y junio de 1940. Maurice Jaubert, músico reconocido, compositor de la banda sonora del film de Jean Vigo, L’Atalante , Paul Nizan, joven escritor, autor de Aden Arabie y amigo de Paul Sartre, y Roger Beuchot, obrero y padre del director del film, son los tres soldados cuyas cartas nos permiten adentrarnos en la vida cotidiana del ejército francés en el frente y la retaguardia de la «línea de Maignot». Son los meses de la llamada «drôle de guerre», en los que no se producen grandes enfrentamientos sino más bien una continua y mutua vigilancia de los ejércitos alemán y francés. Son, por tanto, tiempos de incertidumbre, de espera, que dan cabida tanto a la esperanza como a la desesperación.

Desde el punto de vista del espectador, sin embargo, la incertidumbre no tiene cabida, ni la esperanza, ya que el film se abre con la lectura de las tres cartas, dirigidas a cada una de las tres mujeres, en las que se comunica oficialmente el fallecimiento de estos tres hombres. Esta elección no es azarosa ni injustificada. El espectador se ve doblemente implicado de una manera que oscila entre el sentimiento más fácil y epidérmico de la pena por el dolor y la soledad del otro, y una experiencia más compleja en la que se entrecruzan la impotencia, lo absurdo y un sentimiento de culpa, causado por ese acto de acceder a la vida íntima, privada, de los otros, y al mismo tiempo por el hecho de conocer su presente, en desarrollo, sabiendo también el dato de su muerte, de su cese, de su futuro cerrado de una vez y para siempre. De esta forma, el remanente de esperanza que pueden comunicar algunas de las cartas queda como un espacio vacío para el espectador. De ese vacío surge la condena de la guerra, la denuncia de su carácter absurdo y una llamada que implica, que juega a convertir la posición de simple observador del espectador en algo más. La imposibilidad de inmiscuirnos en la vida privada de los soldados, agregándole a esto la traición inicial -la de saber más que ellos sobre su destino- y mantenernos fuera, ajenos. Es esta dimensión humana la que precisamente denuncia lo inhumano de la guerra, da una nueva perspectiva a esas imágenes de archivo que nos resultan familiares. Las cartas leídas aparecen como el contrapunto, crítico, de los noticieros de guerra, convirtiendo en algo casi obsceno ese intento de despertar el fervor patriótico, de subirle la moral a los soldados para una mayor eficiencia en el frente.

El acercamiento al mundo interior, a la visión desde la subjetividad, de la guerra, se hace desde tres estilos diferenciados. A Paul Nizan le corresponde el carácter más crítico e irónico, vinculando la absurdidad, l’anéantissement , de las novelas de Kafka con la guerra; Maurice Jaubert da el tono grave, sin dejar la crítica a un lado, y Roger Beuchot ofrece una sensibilidad atenta al detalle. Tres escrituras diferentes que, sin embargo, y a pesar de asignar voces diferentes para cada una de ellas, acaban por mezclarse, convirtiéndose en una única voz, profundamente humana. Como un grito que sale de lo más profundo del alma, las cartas transmiten la soledad, el dolor que implica la separación absurda respecto del ser amado. Son, por tanto, cartas de amor pero también escritura de supervivencia y búsqueda de afirmación de la propia existencia en la espera de respuesta – écris-moi , entre la súplica y el imperativo, le dice Roger Beuchot a su mujer, Charlotte. Sin embargo, la carta, como ya han señalado algunos autores, o más bien el envío de la carta, no garantiza ese enlace, esa relación que busca desesperadamente instituir. La distancia intenta salvarse a través de la carta, la cual llega como aliento, como promesa de reencuentro, convirtiendo el tiempo presente en pura espera, ya que la distancia nunca desaparece. Así, la incertidumbre sobre el propio destino se entremezcla con el miedo que produce la falta de garantía sobre ese vínculo, amoroso, postal. Y esta cuestión adquiere un gran peso si tenemos en cuenta que en el film sólo nos es dado conocer una parte de la correspondencia, la que escriben los tres hombres.

Ante la destrucción, el vacío que deja la ausencia, aquella a la que señala la misiva como forma, y la que marca la propia muerte, las cartas quedan como el gesto que sobrevive. La escritura es el trazo, la huella, el testimonio. La profundidad y la ambigüedad de la escritura, sea amorosa o no, reside precisamente en esa conjunción entre la fragilidad del ser que se sabe mortal y la fuerza que lucha contra los límites de lo posible, de la muerte, diciendo lo que no puede decirse, escribiendo a pesar de la falta de garantía acerca de la instauración del vínculo. De ahí la fuerza que estas cartas tienen, la fuerte presencia que logran evocar al mismo tiempo que no dejan de señalar una ausencia, remarcada por la conjunción con las imágenes, en el presente, de unos paisajes solitarios, similares a aquellos en los que se produjo la destrucción sin sentido de la guerra.

Título: Le temps détruit 
Director: Pierre Beuchot  
Imagen: Jacques Bouquin, Bernadette Marie  
Montaje: Françoise Collin, Anna Csekme  
Musica: Maurice Jaubert  
Sonido: Jean-Pierre Laforce  
Archivos: Gaumont, Pathé, Ministère de l’armée, R.D.A.  
Producción: INA et Ministère de la Culture
Distribución: Images de la culture, C.N.C. 
Nacionalidad: Francia 
Año: 1985 
Duración: 1h 13. 
Blanco y negro y color.

Categorías: Películas