Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2000
Colección El Dorado
Por M. N.
Un hombre manda un mensaje por correo electr ónico en que el solicita
colocar un anuncio la sección “Intercambios” del diario español El País:
“Soy un periodista argentino buscando información sobre la televisión
que vi en los setenta cuando era niño. Y en este caso quiero saber más
sobre los payasos Gaby, Fofó y Miliki, quienes pasaron una época de
gloria en mi país….”. Quien responde no responde por lo que Marcelo,
quien firma este mensaje, solicita. Sino porque dice que tiene una
fijación particular por los periodistas argentinos. Ella vive en Madrid
y se llama Olga. A partir de esa primera solicitud y la primera
respuesta se despliegan cartas y cartas electrónicas entre Marcelo y
Olga. Entre ellos dos y nadie más.
Se arma así, claro, un amor epistolar, uno de esos amores
que no se tocan porque se sostienen en la distancia, en la ausencia, en
el ideal. Ahí se sostiene la gracia del amor y del relato en forma de
carta: de hecho, siempre están por encontrarse, por viajar el uno hacia
el otro, toparse en algún aeropuerto, construir la gran historia del
uno con el otro. Pero, de suceder, ¿qué pasaría con el relato?
Marcelo se llama también su autor y, vaya curiosidad, tiene
la misma edad que dice tener el personaje en el tiempo en el que el
libro se publicaba. Y hay un juego de la autobiografía más, el que
redondea tantas cartas y el ánimo de curiosidad que tiene cualquier
lector en meterse a husmear las escrituras íntimas de los desconocidos.
Marcelo, el personaje, dice que con todas esas cartas hará un libro.
Como Marcelo, el autor.
Desde: marcelo [SMTP:marzze@,hotmail.com]
Enviado el: Lunes 26 de Enero de 1998 13: 13
Para: olgaXX@,hotmail.com
Asunto: Escuchando a Sabina
Mil y un tipejos, las flechas del amor le disparan, canta Sabina desde mi compactera. Mentiras piadosas, hermoso disco…
El libro es Okupada, de una tal Care Santos. ¿Qué tal será?
Hace algo de calor esta mañana en Buenos
Aires, pero es la costumbre de los eneros en este costado del mundo.
Además tuve que levantarme temprano… Mala costumbre.
Leí algo sobre un grupo Luar na Lubre, gallegos. ¿Los conocés?
Hoy estoy un poco aburrido, ¿no? Perdón, prometo mail más entretenido.
Te mando un beso de aburrido, es decir, largo
y cansino. Espero te guste. También es dulce, el aburrimiento es sólo
su causa, no su esencia. Ahora que me doy cuenta, me gustan mucho los
besos aburridos.
El tiempo es un microbús que sólo cruza una vez esta breve y absurda comedia. Bastante bien…
Chau, hasta pronto. Marcelo
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