Por Josefina Manresa (prólogo)
Como anuncié en el reciente Libro publicado en Ediciones de la Torre, Madrid, 1ª edición, escrito por mi, Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández doy a conocer vastos borradores de cartas que se hallaban en el archivo de Miguel en casa de sus padres. Estas cartas van dirigidas a diversos amigos y conocidos de Miguel, a los que se dirige con distintos motivos. Estos borradores se hallan en tan mal estado, que conociendo yo mucho la letra de Miguel y sus costumbres, y con ayuda de ml hijo, he podido descifrar muchas palabras confusas y ha quedado todo claro. En algunos bordadores, se ve lo que Miguel se divierte a pesar de lo que sufre. Solo encontré cierta dificultad en el destinatario de dos cartas que dirige a un amigo llamado Luis, que considero que se trata de dos personas distintas. La que empieza: <<Amigo mío Luis>, se refiere a Luis Felipe Vivanco, porque en ella le pide las traducciones que hizo Vivanco de Elaudel, que he visto publicadas en la revista El Gallo Crisis, revista dirigida por su amigo Ramón Sijé; y porque también lo aclara la carta a Pablo Neruda. La que se inicia así, <<Querido Luis>, creo que corresponde al poeta Luis Rosales, a quien le pide una poesía que publicó luego en El Gallo Crisis. Ambos poetas fueron colaboradores en dicha revista en su último número, 5 y 6. En este numero publicó Miguel <E1 silbo de afirmación en la idea>>. Colaboró en los seis números que salieron. Dos de los números salieron doble, el 3 y 4, llevando por fecha el santo destacado del mes: <<San Juan de Otoño>>, de 1934, y el 5 y 6, con los santos <<Santo Tomas de la Primavera>>. <<Pascua de Pentecostés>>, 1935. Orihuela. En la contraportada lleva el precio de cuatro pesetas, y los números sencillos, dos pesetas. Igualmente doy a conocer una circular del diario ABC rechazando un original de Miguel, que escribió con motivo de la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejias. Las personas a quienes van dirigidos estos borradores son: Ramon Sijé, Jesús Poveda, Raimundo de los Reyes, Juan Sansano, al alcalde de Orihuela, don Luis Almarcha; Federico García Lorca, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales, Benjamín Palencia, José Bergamin, Pedro Perez Elotet, José Martínez Arenas, Pablo Neruda y al diario ABC.
El borrador de carta dirigido a Ramón Sijé,
con fecha 2 de diciembre de 1931, esta firmado <<Jorge
Lorca>>. La segunda, con fecha 3 del mismo mes y año, se halla en
el borrador sin terminar y con cada línea tachada. Las dos están
escritas desde Madrid, en 1931, en el primer viaje que hizo Miguel.
Igualmente incluyo la correspondencia dedicada a sus padres, que por
suerte conservo. Estas diez misivas, entre cartas y tarjetas que Miguel
dirigió a sus padres en distintas circunstancias, creo que son las
únicas que existen. Yo las conservo, por el motivo de que a veces
Miguel me las enviaba, adjuntas a las que me escribía a mí, y a veces
hasta en la misma cuartilla. No podía escribir más de una carta por
semana, debido al reglamento estableado en la prisi6n, y alguna vez
empleaba este método. Lo mismo hacia cuando escribía a sus padres
directamente: mandar unas letras para ml, como demuestra en ellas. Sus
padres me las enviaban y en otras ocasiones, cuando yo iba a su casa, a
Orihuela, me daban a leer cualquier carta o tarjeta que ellos habían
recibido. Las que no tuvieron estas circunstancias, no se yo que harían
con ellas, seguramente dejarlas por cualquier sitio o destruirlas.
También añado a esta colección dos dirigidas a su hermana Elvira, que
se hallan, también, en mi archivo, ya que Miguel escribió en el mismo
papel que a mí, del cual doy a conocer el contenido de dos. También me
intereso por incluir diez cartas y siete tarjetas de distintas épocas,
escritas por Miguel a don José María de Cossío, que se hallan en su
archivo, de las cuales poseo fotocopia, gracias a la gentileza del
conservador de la Casona de Tudanca, don Rafael G6mez, previa
autorización del Consejo de Tudanca. Otra carta poseo dirigida a Víctor,
escultor, amigo de Miguel. Este señor le dio a mi hijo esta carta
autógrafa fotocopiada hace ya muchos años, aunque posteriormente la he
visto publicada. Igualmente incluyo una carta y una nota dirigidas a
Luis Rodríguez; este amigo y su padre estuvieron presos junto con
Miguel, y otra a su madre, con el tratamiento de <<querida
madrina>>. Esta familia se port6 muy bien con Miguel; le lavaban
la ropa y le llevaban comida. Solía escribir Miguel a los amigos
tratándoles de familia, para facilitar mejor la seguridad de que
llegara a su destino. Por eso en ella le pregunta por el tío Germán, se
trata de don Germán Vergara Donoso, del consulado de Chile, del cual
tuvimos alguna ayuda económica. No se si esta ayuda venía de Pablo
Neruda, como se viene publicando. Vicente Aleixandre me decía en 1941:
<<Sé las señas de Vergara que V. me pregunto una vez, que
entonces yo ignoraba. Son así: Germán Vergara. Embajada de Chile. Av.
del Generalísimo, 59. Madrid. Este giro, como todos los que el le hace,
nos ha manifestado, los hace, no por encargo de nadie, sino por su
interés personal y de su particular bolsillo. Se interesa mucho por
Miguel. También trabaja lo del traslado de Madrid a Alicante, y va a
insistir en la gestión en vista de lo que se retrasa ese traslado. Dice
que seguirá todos los meses enviándole a V. las 150 pesetas.>
La censura exigía que las cartas no fueran largas. Cuantas veces
ponían con grandes letras encima de la escritura: <Sed breves o se
rompen. E1 Censor.>
A don Germán Vergara lo llamaba Miguel en las cartas <<querido
tío>>. Pongo parte de la carta que me envió de pésame este señor,
en la que me habla de este particular y otros: << Puedo decir
que Miguel era un amigo mío, aunque en realidad solo pude verle una vez y
hace ya mas de dos años. Pero eso fue suficiente para comprenderle y
quererle, además de la admiraci6n que sentía por su obra de poeta y
escritor. Tuvimos amigos comunes que me interiorizaron en su vida y en
sus obras, en su carácter y en todos sus extraordinarios rasgos de su
personalidad. Sus cartas al «querido tío las guardo como afectuoso
recuerdo. (…) No dieron resultado mis gestiones para aliviarle,
sacándole de donde estaba; se tropezó en leyes y reglamentos que no
para todos son salvables. Puedo, si, asegurarle, que yo hice de mi
parte cuanto estuvo en mí mano y que encontré personas comprensivas que
me ayudaron y otras que no quisieron entender. >>
Asimismo incluyo una carta que encontré en mi archivo, escrita desde
Cox a Esteban. Creo recordar que pensó Miguel no mandarla por tener que
ir el a ese lugar poco tiempo después. Se encontraba Miguel en esos
días en Cox, esperando el nacimiento de nuestro segundo hijo. Recuerdo a
Miguel diciéndome con satisfacción: <<Mira que si naciera el día
de tu cumpleaños. >> No se equivoco mucho, ya que nació el día
4, dos días después. Esteban, a quien Miguel dirige dicha carta, era
entonces capitán, jefe de servicio de la Sexta División y habilitado de
la misma, y Marquina, a quien le manda recuerdos, era comandante de un
batallón de la 209 Brigada, también de la Sexta División.
Seguirá a esta edición otro tomo que incluye El torero más valiente, La tragedia de Calisto y ocho prosas. Una de ellas, titulada <<Escenas>>, publicada el día 15 de abril de 1930 en el periódico local, El Pueblo de Orihuela
recopilada en Orihuela por un joven licenciado en Filosofía y Letras
llamado José Antonio Sáez Fernández, de Albox (Almería), que ha tenido
la gentileza de dármela a conocer. Le dije que pensaba publicarla, y él
me contestó: <<Con agrado veo su propósito de darla a conocer
con esas otras inéditas que me dice. >> Otra segunda, titulada
<<La lucha y la vida del campesino andaluz>>, publicada en
Jaén, en el periódico Frente Sur, el día 4 de marzo de 1937. Las seis
inéditas son poéticas y llevan el siguiente título: <<La
goma>>, <<Venta de higos>>, <<Cosas del
Segura>>, <<Los bandidos españoles>> <<Alberto
el Vehemente>> y otra sin título sobre misiones pedagógicas.
De los dos textos inéditos, ambos incompletos, que descubrí en el
archivo de Miguel, en su casa de Orihuela, << El niño Flores
>> y <<La tragedia de Calisto>>, a éste le falta el
final, escrito, seguramente, por el año 1932. Poco lleva de
imaginativo. Es el cuadro autentico que corrí por su pueblo. Yo recuerdo
algunos acontecimientos de los que refleja. Se decía por aquel
entonces, la comida que daban los jesuitas, a los pobres que pedían
limosna, lo recuerdo comentar y engrandecer la gran obra de caridad,
dándole a los pobres todos los días <<Gasofia>>.
Describe bien el ambiente de miseria que en aquella época existía en
Orihuela y el colegio de Santo Domingo, en donde él estudió y ayudó a
misa, ya que lo hicieron monaguillo.
Al otro cuento de <<E1 niño Flores>> le falta el primer
capitulo, seguramente escrito por la misma época. Obras sociales, por
las que Miguel empezaba a sufrir. De la misma época deben ser las
prosas <<Venta de higos>>, <<La goma>> y
<<Cosas del Segura>>. Esta lleva fecha 1931, escrita en
Madrid. La prosa <<Los bandidos españoles>>, seguramente
escrita en 1935. La dedicada al escultor << Alberto el
vehemente>> la considero del mismo año que la que le sigue, sin
titulo, fechada en 1935. Sobre esta última recuerdo haberme contado
Miguel la anécdota sobre el cementerio de Ahigal de Villarino, pero no
sabia que tenia escritos estos acontecimientos de sus viajes por
tierras de Salamanca con las Misiones Pedagógicas, que le hizo ver
mujeres enlutadas pagadas llorando en los entierros. Se refería a las
plañideras.
Nació Miguel en
Orihuela (Alicante), en el año 1910, en la calle de San Juan, numero
82, y cuando tenía cuatro anos se traslado la familia a la casa de la
calle de Arriba, adquiriéndola en propiedad. En esta casa fue creciendo
Miguel y descubriéndose el mismo aficionado a la literatura. Sus
hermanos, Vicente y Elvira, también nacieron en la calle de San Juan.
Su hermana Encarnación nació en la casa de la calle de Arriba.
Quisiera describir esta casa, y voy a empezar a ello, ya que
mi recuerdo lo considera bastante claro: casa de la calle de Arriba,
numero 73. En la Republica, fue calle del Abad Penalva y en el período
de la guerra calle de la Libertad. Después de la guerra civil recuperó
su nombre primitivo. En la actualidad, calle del POETA MIGUEL
HERNANDEZ. Es una casa de una sola planta, con tejado de teja curva,
que en Orihuela la denominan teja <<de río>>. Aunque fue
restaurada por el padre de Miguel y tiene ahora la mitad del tejado de
teja plana. La fachada, enlucida de yeso y zócalo de cemento moreno. La
puerta de madera de dos hojas y unas segundas de cristales con una
cortina echada, para protegerse de las moscas y del fuerte sol en la
siesta. El zaguán continua hasta la puerta del corral, formando pasillo
desde la mitad de la casa, en donde al final y a la derecha esta la
bancada de la cocina con ladrillos rojos de fuego, y el frente de
ladrillo blanco. Junto a esta hay otra en el suelo para calentarse. En
esa hila de corriente cocinaba la madre de Miguel con su crónica
enfermedad asmática. Enfrente esta el <<tinajero>>, en una
bancada con dos tinajas empotradas en las que reposaba el agua que
echaba el aguador para beber y guisar. Las paredes y techos estaban
enlucidos de yeso blanco. E1 pavimento del comedor y dormitorios de los
hijos era de ladrillo rustico, de color rojo claro. En las
habitaciones, ladrillo rectangular, y el del comedor, cuadrado. El del
comedor y primer dormitorio lo cambio el nuevo propietario don Luis
Riquelme López, a quien le vendió la casa Encarnación, ya que era de su
propiedad. Su padre se la había vendido a ella unos años antes. Al
entrar en un ensanche, a la derecha con ventana a la calle, estaba el
comedor con una mesa redonda de alas. En el testero de enfrente, un
aparador de madera con dos puertas y una piedra, encima, de mármol
blanco, con vitrina alta, por cuyos cristales se reflejaba el ornamento
de jarros y vasos de vidrio, platos y tazas de porcelana. Enfrente del
aparador, un sofá de madera con tres asientos de enea una percha y
unos cuadritos corrientes. A la derecha tenían una mecedora, en donde
se sentaba la madre de Miguel, y unas cuantas sillas diseminadas, con el
asiento de madera. En-la parte de arriba colgaba un retrato de Miguel
que se hizo en Madrid, con jersey blanco de cuello alto, para traérmelo
en las vacaciones de agosto de 1935 según me iba diciendo en sus
cartas, el cual no me lo llego a dar por terminación de nuestras
relaciones en aquel verano. Retrato que ahora lo tiene toda la familia,
reproducido de aquel. E1 original no se en donde para. En el mismo
marco hubo otro retrato de Miguel que el saco de allí y me lo dio a los
pocos días de ser novios, contándome el desacuerdo que demostró su
familia. Situación que la comprendo.
La casa tiene cuatro habitaciones, dos a cada lado, una
dentro de la otra, o sea, cuarto y alcoba. Las de la izquierda las
ocupaban sus padres. Las ventanas de estas, una da a la calle y la otra
al corral, las dos con reja. El piso, enlucido de cemento. En la
alcoba estaba el dormitorio, de color claro, cama de tablero y un
cuadro de San Antonio en la parte alta, un lavabo, una mesilla de noche
y un armario ropero, con la sencillez de la buena madera. En el cuarto
había al entrar, enfrente, una cómoda, un espejo situado en la parte
superior y a cada lado del mismo las fotografías, en gran tamaño, de
los padres de Miguel, de cuando eran jóvenes, con un marco ancho de
escayola pintado en oro. A la derecha del espejo estaba la de su padre,
y al otro lado, la de su madre. Unas sillas de <<pata de
cabra>, con el asiento de enea. Dice Encarnación que ella se llevo
cuando vendió la casa este conjunto: la cómoda, el espejo, los dos
retratos, los cuadros de los dormitorios y los de la casa. E1 resto de
los muebles los tiraron, considerando que no tenían ningún valor, y
ahora se encuentra la casa con todo el vacío.
Cuenta Encarnación que el retrato de su madre y los cuadros
quedaron destrozados y desaparecidos por los albañiles en una reforma
que le hizo a su casa, mientras ella estaba ocupada con el trabajo que
tenia en horno y tienda de comestibles. Aunque el retrato quiere
reproducirlo y ampliarlo en el formato antiguo, de un original de
tamaño de tarjeta que yo había prestado a su hermana Elvira en aquel
tiempo, recién muerto Miguel, para sacarlo ampliado. Recuerdo con la
alegría que vino Miguel una tarde de Orihuela con el retrato de su
madre. Yo lo conservaba por ser de ella y en memoria de aquella alegría
que Miguel trajo, con aquel cariño especial que le tenía a su madre. En
las habitaciones de la derecha, en la primera, con portal y ventana
con reja al callejón, por donde sacaban las cabras, dormían Elvira y
Encarnación, en una cama de madera con detalles torneados. Esta cama se
la llevó Elvira en vida de sus padres. Según ella, se la dio su madre.
En la habitación contigua, separada por una puerta y ventana al
corral, también con reja, dormían Vicente y Miguel en una cama de
hierro, negra con pomos de metal dorados, y el colchón de borra. Lo
recuerdo bien, por haber dormido yo en ella algunas veces. Cama del
primer matrimonio de su padre, como ya dije una vez, y un armario lleno
de libros, revistas y manuscritos de Miguel. Alguna silla, de las
cuales les servía de mesita. Este dormitorio tenía otra puerta junto a
la cocina.
Al salir del corral había una higuera que, junto a las del
huerto, le inspiró a Miguel al prosa <<Venta de higos>> y
tantísimos poemas. A la izquierda estaba la pila de lavar la piedra,
junto al pozo del que tanta agua sacó Miguel para ducharse, regar el
huerto y asear el establo. El pozo ya no existe, ni siquiera el brocal.
Se secó, lo mismo que otros, a consecuencia de un pozo que hicieron en
Redován para regadío, teniéndole que poner a la casa agua potable.
Todo esto fue en poder, la casa, de don Luis Riquelme López, quién la
vendió en 1981 al Ayuntamiento de Orihuela para dedicarla, según dicen,
a CASA MUSEO MIGUEL HERNANDEZ. Redován es un pueblecito a unos cinco
kilómetros de Orihuela. Se halla entre ésta y Callosa de Segura. De
allí era el padre de Miguel, Miguel Hernández Sánchez. Su madre,
Concepción Gilabert Giner, de Orihuela.
Ya en el corral, por encima de la puerta hay un sostre
(falsa). Allí tenían la hierba seca para el ganado. Subían por una
escalera portátil de madera. En un techado, a la derecha del corral,
montones de ramuja (ramas de olivera), que, ya sin la hoja por las
rumiadoras, se vendían las garbas para el uso de leña, principalmente
para los hornos. Al lado del retrete, de los que una vez llenos los
sacaban a medianoche, y servían como buen abono a los bancales. Al
fondo, los aposentos de las cabras. Detrás y pegado a la sierra está lo
que para Miguel fue huerto, que él contemplaba y suspiraba, con el
perfume del romero, con sus higueras, su morera, su limonero, sus
piteras y paleras, sus piedras, su descanso sentado en el suelo
respaldado en una higuera, con sus atropellados pensamientos.