Una inmersión en el Centro de Documentación Epistolar, el archivo digital que preserva la carta como artefacto de memoria y viaje.

Por Carmina Balaguer

RECUERDOS DE MAR DEL PLATA

Mateo Niro no recuerda la primera carta que escribió en su vida pero sí una postal repleta de sombrillas que mandó a un compañero de escuela desde Mar del Plata, destino icónico de la costa argentina. En el reverso, Niro, que contaba con diez años de edad, se esforzó por escribir con una caligrafía que luciera bella: acababa de recibir una bicicleta como regalo de Navidad y deseaba regresar a Buenos Aires para estrenarla juntos, le decía.

En la actualidad, el que es Fundador y Director del Centro de Documentación Epistolar de Buenos Aires dice no escribir cartas ni emails formales. También, asegura que su experiencia personal podría ser la de cualquiera, pues en lo cualquiera está lo histórico.

Con este espíritu de enmarcar lo íntimo en lo colectivo nace este archivo digital que busca preservar la carta como un artefacto de memoria histórica y cultural; además de viaje.

PAPEL DE CARBÓN

Niro, que es hijo y nieto de inmigrantes, creció escuchando leer en voz alta la correspondencia que su tía abuela intercambiaba con sus parientes de Italia y Estados Unidos. Al morir ésta, encontró el legado de cartas recibidas a lo largo de los años junto a las respuestas que la tía abuela se había esforzado por preservar, calcándolas en papel de carbón antes de enviarlas. Este detalle activó en Niro un ánimo activista que volcó creando un centro de recopilación epistolar junto a otros compañeros. Con él buscaba reunir historias similares que ayudaran a contar la tradición migratoria argentina. «Tengo un gran afecto por lo ordinario y lo particular. Esta intimidad que es bastante parecida a las intimidades de las personas hacen al gran suceso, son fenómenos muy interesantes para ser reconocidos», explica.

Los cimientos del CDE se pusieron a principios de la década del 2000, abriendo una casilla física en el Correo Central de la Argentina desde la que se recibían cartas originales de anónimos. El proyecto se sistematizó durante la década de 2010 a través de una plataforma web colaborativa, a la que cualquier usuario puede cargar documentos. Después, el CDE se ocupa de procesarlos, transcribiéndolos y categorizándolos.

PARTIR A ‘MARTE’

La primera comunicación con Niro es a través de whatsapp, donde saluda con «un gran gusto», la manera argentina de expresarse «encantado». La charla se desarrolla vía Zoom. La mala conexión de wifi no entorpece la entrevista, pues para Niro las distancias son solo metafóricas; se siente cómodo con ellas, introduciéndolas en su habla nada más empezar. «Para que exista la carta o se justifique su diferimiento tiene que haber una distancia, una imposibilidad de instantaneidad», comenta.

Niro menciona el planeta Marte para equiparar la extrañeza que América desprendía en Europa durante los siglos XIX y XX, cuando un gran trasvase de población se acercó al continente americano en busca de nuevas tierras, en un viaje marcado por el no-regreso. Partir ‘a Marte’ era una decisión de vida trascendental que el intercambio epistolar, a menudo, buscaba mitigar. «Tener la huella de esas decisiones, de esas vidas, es interesante, pues son tan lábiles que se pierden», explica.

Decisiones que, en forma de carta, también pueden ser vistas como la arena que tropieza con el agua, que pelea para acortar mapas; pues navegar por la web del CDE es como nadar en un mar de historias abiertas. La plataforma recibe con un logo cuya imagen representa las olas del mar en forma de sello postal, además de una frase que presenta el proyecto como «una manera de mirar por el ojo de la cerradura y hallar un espejo». Ambos elementos indican que detrás de cada letra el usuario encontrará poesía y empatía, siendo el recuerdo del otro también el recuerdo de todos.

A lo largo de las 11.200 piezas que el CDE tiene digitalizadas en la actualidad –además de otra gran parte que está en proceso– se identifican temas comunes que atraviesan la correspondencia del mismo modo que atraviesan la vida en general: palabras de amor y desamor, textos de esperanza y melancolía, comunicaciones sobre cuestiones económicas y laborales, además de reflexiones constantes sobre las costumbres encontradas en el nuevo destino, enfatizando las diferencias lingüísticas entre España y Argentina. En todas dialoga «el futuro y el pasado en esa relación abstracta y emocional», comenta Niro.

EN NAVEGACIÓN

A través de su documentación el CDE también preserva el viaje como trayecto. Así, una gran parte de su archivo atestigua la palabra en movimiento, aquella que nace en un barco o descansa en balnearios turísticos. De todo este circuito, destaca la correspondencia que Carlos, un marino mercante, escribe a ‘sus tres reinas’ entre 1983 y 1991. En la serie, el mismo autor titula sus cartas de dos formas: aquellas que son redactadas dentro del barco son llamadas ‘En navegación’; las escritas en el puerto reciben el nombre del destino en cuestión.

Carlos escribe desde Singapur, Filipinas, Japón, Taiwán, Tailandia, Australia y Venezuela, entre muchos otros países, para actualizar a su esposa e hijas de los avances de sus trayectos. Describe el dique seco que debe ser reparado para poder zarpar, los problemas sufridos en el motor principal, debido a un temporal, la ancla perdida y el desvío a Durban, Sudáfrica, para solventarlo. También alude a los tres días de navegación que separan Taiwán de Filipinas o menciona el rumbo que tomará para llegar a Australia desde Japón, regresando por el océano Pacífico, «pegando la vuelta por Cabo de Hornos y dar así la vuelta al mundo».

Avisa con tiempo de sus próximos destinos, deseando recibir allí las respuestas a sus cartas y llegando incluso a dedicar una página entera para ello: «Las adora Papa. Escriban a Taiwan». Su correspondencia, además, incluye postales enviadas desde Cabo Verde, Japón, Canadá, Italia y la ciudad de Barcelona, con «un beso grande desde este lugar tan lindo».

Carlos es un padre que, como muchos de los que se hallan en el archivo del CDE, se despide «con inmenso cariño». En sus cartas escribe sin tildes, rodea palabras en círculos y usa mayúsculas para los mensajes importantes. También dibuja rostros sonrientes, corazones flechados; así como incluye flechas en los márgenes inferiores para que la lectura siga en el reverso y subraya los puertos por los que pasará.

CON TRAZAS DE CENSURA

Observar el trazo de sus cartas es pasar por los paisajes en los que surca, como «los canales fueguinos y las montañas nevadas, que junto con el tono cueste y verde de las aguas de los dos océanos que se unían era un regalo de la naturaleza», el horizonte que vio al llegar a México cruzando el estrecho de Magallanes.

Sus letras muestran huellas que abundan en el resto de material del archivo: sobres y postales rotas, arrugadas, pegadas con celo, manchadas con gotas de perfume o selladas con estampas de correo que indican una «censura militar».

Algunas de estas estampas de censura se encuentran en las postales que Trino envía desde San Sebastián a ‘sus queridas Marías’ de la calle Bartolomé Mitre de Buenos Aires. Para Trino, escribir es «como el saludo corriente de escalera». Lo hace tanto que les advierte necesitarán un mueble solo para guardarlas todas. Son postales en blanco y negro, con la belleza salvaje del rompeolas donostiarra en un día de temporal o la Isla de Santa Clara a lo lejos, una vista que Trino ve muchas veces al natural, disfrutando de observar el mar: «Llevo años y años, cuando estais fuera, mirandole, ya es viejo amigo mío y buen amigo, siempre me habla de vosotras que para que yo intime es la mejor recomendación». Postales donde la lejanía atraviesa como el paisaje: «el vivir separados parece que todo lo hiela».

UN OCÉANO QUE ES TAMBIÉN MAR

El CDE tiene una sección dedicada a la correspondencia vacacional, siendo Mar del Plata el escenario turístico que se repite por excelencia. Esta ciudad de la costa atlántica argentina a la que Niro acudía con sus padres fue elegida tanto por numerosos inmigrantes como por turistas trabajadores a lo largo de la historia.

Su litoral se encuentra en decenas de postales, mostrando la Playa Grande, la Playa Chica o la Playa La Perla con letras de Raquelita que escribe a su ‘querida madrina y padrino’ para contarles que a Lucas no hay forma de sacarlo del agua; o Graciela contándole a su ‘Querida Stella Maris’ que ya consiguió una amiga para pasar el verano; o Gregory explicándole a su amigo ‘miguelito (el flaco)’ que está bastante quemado.

UN PUENTE INCESANTE

Otra postal muestra una firma ilegible que le desea a Mauricio un buen comienzo del año desde el verano austral con el emblemático Torreón del Monje como portada, el edificio elegido por el CDE para organizar ‘Un mar de cartas’. Esta exposición interactiva desarrollada junto a la Universidad Nacional de Mar del Plata y el Diario La Capital entre enero de 2019 y enero de 2021 buscó poner en valor las cartas referentes a esta ciudad. «Quisimos contar la historia de la Argentina a través de contar la historia de Mar del Plata», explica Niro, que aún recuerda las filas de veraneantes esperando enviar sus postales en el Correo Central de la avenida Pedro Luro durante la década de los ochenta.

Siguiendo su labor de sensibilización para posicionar la carta como valor patrimonial, el CDE inauguró una nueva exposición en el mismo edificio a inicios de este año. ‘Un océano de cartas’, organizada junto al Centro Cultural de España en Buenos Aires, se enfoca en el intercambio epistolar que tuvo la inmigración española en Argentina. Su objetivo fue «pensar la carta como un puente que atraviesa el océano», concluye Niro desde el otro lado del Atlántico. Se despide con un «hablamos, gracias», una expresión ‘puente’ que deja abierta la interlocución, la carta viva.

Fuente: https://viajes.nationalgeographic.com.es/lifestyle/nace-argentina-archivo-digital-para-preservar-y-reivindicar-postales-y-cartas_16749