De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 6 de septiembre de 1960

A la revista han llegado montones de cartas de maestros, una de las cuales incorporo en el próximo “Correo”. Ustedes son los grandes olvidados del presupuesto nacional, pero esto no es cosa de Frondizi ni mucho menos, esto es histórico. Es decir que por tradición en este país se acepta que el maestro no haga de su docencia un medio exclusivo de propia sustentación. Más bien la profesión de maestro es de orden lírica. Se da por sobreentendido que el metabolismo de los maestros les exija menos consumo.

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 14 de enero de 1959

He conversado con gente que entiende más que yo de economía (doctores en ciencias económicas de la Caja) y han coincidido casi unánimemente en ésto: ocurrirá aquí lo que en España y en los países sub-desarrollados de América Latina. Tendremos una clase terrateniente -20 familias archi-millonarias- y un pueblo miserable. El país se dividirá en grandes señores, casta militar y curas. Y bajo la férula de esta gente, el hombre de la calle padecerá hambre, de eso ya hay pruebas.

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 4 de enero de 1959

En tu carta dices dos cosas que se eslabonan, pese a que en apariencia no tienen conexión.
Hablando de Carlos dices que «no puede ser nunca un díscolo quien es un sentimental 100%.» Hablando de nosotros dices que nos resultaría muy difícil ser racionales si no mediaran tantos kilómetros.
Creo que lo racional se opone en cierta forma a lo sentimental, es decir, que el hombre que se rige conforme a los designios del corazón, a la postre resulta un díscolo.

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 16 de octubre de 1957

Elba:
Ayer recibí tu carta, la que una vez leída guardé sin pensar en un bolsillo del saco. Por la noche, hallándome en una reunión de conocidos en un bar y conversando acerca de las posibilidades que tiene uno de encuadrarse dentro de sus gustos, meto la mano en el bolsillo y tropiezo con tu carta. La charla era tan hueca, se «teorizaba» tanto, que sentí necesidad de darles una buena lección. Extraje entonces tus páginas, relamiéndome porque en ella dices cosas muy importantes, hablas de una escuela enclavada en el corazón del olvido, de esos alumnos que son la imagen de la inexorabilidad, de que a veces la oficias de enfermera y de que debes trepanarle la corteza de su ignorancia y meterles dentro el polen de una nueva conciencia, y en fin, hablas de lo que haces, de cosas que vives, de manera que extraje tu carta y la leí.