¿Como estás?. Espero que te hayas mejorado totalmente de tu catarro.
Días pasados te mandé una receta que suele curarla; no en todos los casos da resultados pero casi en el 90% lo hace.
Con tu respuesta me dejaste un poco «sin perros», como Emilse siempre que viene va a un negocio donde compra alfajores – tandileros por supuesto – y donde hay toda una variedad de salamines y demás embutidos- ya estaba en mi mente que te compraría éstos- Ella compra los alfajores para llevar a sus compañeros de trabajo.
Tu respuesta era incierta, la correcta y partiendo de que debiste poner «de cartón móvil, no inmóvil» es que la hicieron de cartón para acercarla a la realidad.
Si no la hacían de cartón, ¿como hacían para que siguiera girando?- Todo esto es como para la risa y reirse hace muy bien ¿cierto?-
Igual te hubiera enviado los salamines, aunque no se en que momento mi hermana te los hubiese acercado dado que a pesar de sus años está totalmente dedicada al trabajo y sale bastante tarde, me comentó lo de tomar un café- así lo habían convenido- pero sale tan tarde que nunca lo ha podido hacer.
Tiene a su cargo la administración del departamento de idiomas de la Uba, que funciona en el centro armenio. Su primer esposo era hijo de éstos y por «carácter transitivo» ella ingresó en esa entidad; ya que de acuerdo a lo que cuenta son bastante cerrados con respecto al ingreso de personal.
Te prometí enviarte el cuento del bar Firpo- más que nada porque pueden ser ancestros tuyos ya que el anterior dueño llevaba idéntico apellido- nada relacionado con el boxeador.
Los Lavié que han instalado un restaurant lo han dejado tal como era y a uno le gusta. Yo cuando era bar nunca entré pero pasaba mucho por ahí porque muy cerca vivía una amiga-hermana,
Va el cuento: EL FIRPO
Soy de Buenos Aires. Crecí entre el vértigo y la indiferencia de las ciudades enormes.
Hace un tiempo que vivo en esta ciudad hecha de piedras y tiempo.
La otra tarde cuando volvía a mi casa por la subida adoquinada de 25 de mayo después de un día bastante agitado, me llamó la atención la fachada antigua de ladrillo de una esquina. Un bar. La energía del lugar me hizo detener el auto y bajar a echar una mirada.
Observé el cartel: «Firpo» Nombre de guapos. El toro salvaje de las pampas. La imagen que forma parte de nuestra memoria colectiva: Dempsey vplando sobre las cuerdas, cayendo desparramado sobre el público: la gente saliendo (como tantas otras veces en este país) a festejar equivocada, en esa época no tan remota de comunicaciones lentas y radios a galera. Nombre de guapos, Firpo.
Entré.
Entro al pasado; el piso machimbrado que cede a las pisadas, los estantes llenos de botellas de Cinzano, Tres Plumas, Legui… La balanza para mercadería Bianchi marca registrada-. Al fondo el sonido de una radio, un tango.
Pido un gancia con limón y me dejo envolver por la vibración del lugar.
Alrededor de una mesa hay cuatro hombres jugando a las cartas y otros cuatro que los miran. El particular código de miradas y risas del truco. Juegan con un mazo viejo y llevan los puntos con porotos.. Todos son mayores que yo pero de pronto me parece verlos jóvenes, peinados a la gomina, con bigotes finos. No existe el tiempo para ellos. En el momen to exacto en que uno echa un falta envido pienso que está abriendo la bolsa de Tokio y que las computadores de los mercados financieros de todo el mundo se conectan on line. A ellos no les importa. alguien gana, se ríe, lo gata al perdedor que para eso se juega al truco. ¿para qué si no?
En la mesa no hay ninguna bebida. Mi cerebro capitalista se pregunta por la subsistencia del lugar, pero el Firpo parece estar fuera de esos detalles, al margen de lo prosaico, como protegido por las manos cuidadosas de algún duende.
El lugar me invade con recuerdos de mi infancia, historias de mi padre y de mi abuelo que se vienen una tras otra mezcladas con la voz grace de Julio Sosa que suena en la radio y con las risas despreocupadas de los jugadores de truco.
Historias de un tiempo en que la gente tenía tiempo.
Me aturde la sensación de estar en el centro inmóvil de un mundo que gira a toda velocidad en círculos concéntricos alrededor del Firpo. Un mundo que nunca se detiene a tomar un Gancia con limón.
Pienso que estoy en un bastión de resistencia, un lugar donde sobreviven las relaciones entre los hombres que se niegan a la vorágine del avance del tiempo, en donde la competencia es solamente un juego. Pienso que el mágico duende juntó a estos ocho parroquianos en su lucha por salvar una forma de vida.
Y pienso que hay que ayudarlo, que hay que hacer algo por este remanso de ladrillo a la v isgta, que hay que atrincherarse contra la modernidad despersonalizada.
Cuando salgo veo que es la esquina de 25 de mayo y 14 de julio. Sonrío. ¡En Alberto García Espil-, agosto 2003.
Lo de política y nuestras preocupaciones serán para la próxima.
Cariños