De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 19 de febrero de 1959

Cuando leía en tu carta lo que dices sobre los líos de celos que arman con toda premeditación y alevosía los novios modernos, me acordaba de un amigo… Le dice tantas mentiras a su novia que pienso que debe anotarlas para no «pisarse» al día siguiente. ¿Y por qué? Porque ella le pone trompita si él le dice que se va un rato a jugar al billar con los muchachos.
Como ella se enoja si le dice la verdad, entonces él le miente. Pero ella sabe que él le miente… aunque lo considera mejor; lo considera un signo de respeto hacia su amor. La conciencia de la mentira le proporciona a ella una felicidad enfermiza, morbosa, algo que acabará alguna vez degenerando en desgracia.

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 24 de enero de 1959

Me parece poco serio que el presidente avale con su honor y se responsabilice personalmente de algo que hace a la salud y a la integridad de la nación (caso contratos petroleras con EEUU) y que en cambio solo someta a la aprobación del Congreso -como corresponde- los convenios suscritos con Rusia.
No creo en los colaborados de Frondizi, individuos que evidentemente pactaron con el peronismo y que ahora, desde el poder (eso es lo censurable), están haciendo proselitismo (caso Allende, ministro de Trabajo).

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 14 de enero de 1959

He conversado con gente que entiende más que yo de economía (doctores en ciencias económicas de la Caja) y han coincidido casi unánimemente en ésto: ocurrirá aquí lo que en España y en los países sub-desarrollados de América Latina. Tendremos una clase terrateniente -20 familias archi-millonarias- y un pueblo miserable. El país se dividirá en grandes señores, casta militar y curas. Y bajo la férula de esta gente, el hombre de la calle padecerá hambre, de eso ya hay pruebas.

De Norberto a Elba – [Ciudad de Buenos Aires] 4 de enero de 1959

En tu carta dices dos cosas que se eslabonan, pese a que en apariencia no tienen conexión.
Hablando de Carlos dices que «no puede ser nunca un díscolo quien es un sentimental 100%.» Hablando de nosotros dices que nos resultaría muy difícil ser racionales si no mediaran tantos kilómetros.
Creo que lo racional se opone en cierta forma a lo sentimental, es decir, que el hombre que se rige conforme a los designios del corazón, a la postre resulta un díscolo.